El olor del dinero 2ª parte



Una mujer se secaba el sudor de la frente, pues trabajaba muy duro, día tras día, cosechando arroz para poder alimentar a sus 5 hijos. Desayunaba arroz, comía arroz y cenaba arroz, y con suerte comía lo mismo al día siguiente. Su dieta y la de sus hijos era muy poco variada y limitada, carecía de algunas de las vitaminas, minerales y otros materiales nutritivos que los humanos necesitan.

-Me da pena -le dije a Polanski.
-La llamaremos Chloé -me contestó.

La agricultora llamada Chloé vivía en un poblado dónde todos se dedicaban a la agricultura. Cuando la cosecha no era buena, padecían hambrunas y malnutrición. Esta gente no podía irse de sus tierras porque era lo único que sabían hacer para subsistir. De este modo, al vivir todos juntos en poblados densos y antihigiénicos, se creaban focos ideales para la enfermedad: causando infecciones, y pestes que se cebaban con una población débil y mal alimentada.

Chloé daba de comer a sus hijos arroz y los destetó pronto, ya que había de trabajar desde temprano en el cultivo. Por supuesto ella no sabía que darles menos leche materna y más arroz debilitaría el sistema inmunitario de sus hijos.

Esta es la esencia de la revolución agrícola: la capacidad de mantener más gente viva, en peores condiciones.

-Vega, no puedo creer que Dalmau estuviese mejor alimentado que Chloé.
-Así es. Y te diré más, hoy en día hay gente peor alimentada que Dalmau; los muy, muy pobres y los muy, muy ricos que padecen de enfermedades como colesterol por comer tanta grasa y tan poca verdura.
-Cierto. Hasta podría decir que Dalmau se sentía más realizado y feliz que Chloé. Todos sus hijos acabaron muriendo de enfermedades, en guerras y pestes. Es horrible. Me gustaría volver al espacio y avanzar hasta la época industrial, dónde todo evoluciona y mejora.
-Sí claro -respondió Vega con cierta sorna.

Caímos esta vez en una fábrica británica de algodón. Un hombre que parecía tener el corazón de piedra, trabajaba y trabajaba para acumular dinero. Su indumentaria parecía demasiado anodina y aburguesada. Tenía un estilo enérgico y eficiente de moverse y de hablar, que le proporcionaba un aire de capacidad muy lejos de su verdadera índole. Cuando lo observabas atentamente veías indicios de lo que realmente había detrás de aquella fachada. Sus ojos azules y saltones se movían sin parar, inquietos de un lado a otro. Antes de hablar agitaba vacilante dos o tres veces la boca de aspecto débil, y continuamente habría y cerraba los puños aunque permaneciera quieto. Toda su autoridad residía en la arrogancia, el mal humor y su actitud cortante frente a sus subordinados.

En ese momento estaba gritándole a una obrera llamada Frankie, por haberse retrasado 5 minutos de su hora de llegada.

Me acerqué a Frankie para preguntarle si se encontraba bien y para apoyarla.

-Un insulto lo puedo aguantar. Me ha insultado gente mejor que él.
-¿Qué haces para ganarte el pan?, -preguntó la doctora.
-Me levanto cada día a las 7 de la mañana, recorro las calles sucias y contaminadas hasta llegar a este taller, cuyas condiciones de trabajo son infames, y aquí hago funcionar la misma máquina, de la misma manera, un día tras otro, durante 10 largas y tediosas horas; después vuelvo a casa sobre las 7 de la tarde, y me pongo a lavar los platos y a hacer la colada.

Entonces se me ocurrió que este ambiente posindustrial proporcionaba a sus habitantes más recursos materiales y una vida más larga de la que gozó cualquier generación anterior, pero ahora las personas se sentían más alienadas, deprimidas y presionadas.

El capitalismo empezó como una doctrina económica que decía que los beneficios se habían de reinvertir en la producción. Pero gradualmente se convirtió en algo más: ahora comprende una ética. Nos dice como educar a nuestros hijos, como debe actuar la gente, poniendo especial atención en su principal dogma: el crecimiento económico es el bien supremo.

Pero la felicidad no es solo producto de los bienes materiales como la salud, la dieta o la riqueza. También depende de factores sociales, éticos y espirituales.

El honor, la lealtad, la moralidad y el amor son "cosas" que quedan fuera del ámbito del mercado, y no deberían comprarse ni venderse por dinero. Incluso si el mercado ofrece un buen precio, hay ciertas cosas que sencillamente no se hacen. Los padres no deben vender a sus hijos como esclavos, por ejemplo.

Pero el dinero siempre ha intentado romper estas barreras, por eso hay gente que teme que el dinero corrompa los valores humanos y las relaciones íntimas.

Las potencias europeas empezaron a colonizar el mundo entero sobre el 1870. El imperialismo, tal como dijo Rosa de Luxemburgo, se origina en la propia incapacidad del capitalismo de producir riquezas sin crisis, teniendo que encontrar en territorios nuevos, una salida que le permita prolongar su existencia.

La explosión demográfica y el subdesarrollo del Tercer Mundo que hoy presenciamos, son herederos en gran parte del colonialismo. Los europeos iban a otras tierras y, o bien exterminaban a los pueblos indígenas, o bien los confinaban en reservas, pero en todo caso los marginaban ya que el hombre blanco siempre se ha sentido superior a las otras civilizaciones.

En 1914 las tres quintas partes del mundo estaban bajo dominio europeo. Los factores económicos fueron decisivos para determinar esta frenética carrera por la conquista de nuevos mercados y el reparto del mundo, provocando conflictos y desatando barbaries. Todas las potencias rivalizaban por la hegemonía mundial, por el control del mundo colonial y esa rivalidad provocó la 1era. Guerra Mundial.

Surgieron nuevas clases que produjeron una estructura social más compleja y dividida. Los funcionarios y comerciantes se aprovecharon de los beneficios de la colonización.

Los colonizados estaban sometidos a una dura existencia: pensemos en todos los hombres, mujeres y niños que arrancaron de sus hogares y esclavizaron, robándoles hasta la dignidad.

El capitalismo ha matado a millones de personas debido a una fría inteligencia ligada a la avaricia.

-Sucio y estúpido dinero -pensé en voz alta.
-Pues sí amiga, así surgieron los monopolios, las grandes empresas que controlan las condiciones de venta, los precios y las calidades.
-Las razones económicas aparecen, sin ninguna duda, como factor fundamental en todas las guerras desde el descubrimiento de la agricultura, cuando los hombres ya tenían las primeras propiedades y por tanto la necesidad de defender su patrimonio.
-Es como si algo se hubiera estropeado en algún momento de la evolución. La guerra es un negocio para los ricos y las grandes empresas, dónde prueban sus armas y donde demuestran su poder.
-Vega vamos a otra parte del planeta. Gran Bretaña está llena de gente con sus tes humeantes con azúcar, procedente del trabajo esclavo de miles de negros, dando su vida en una plantación de azúcar, en América del Norte.
-Sólo son ignorantes, se dejan llevar por lo que su sociedad dicta como normal, y por un mal mayor: la indiferencia.
-No lo soporto, es demasiado injusto.
-Pues después viene la revolución científica: la idea de progreso. Creíamos que admitiendo nuestra ignorancia e invirtiendo recursos en la investigación íbamos a mejorar las cosas.
-¿Como qué?
-Pues por ejemplo, Darwin planteó la teoría de la evolución. Hoy sabemos a ciencia cierta que el hombre y el chimpancé son parientes cercanos: el 99% de nuestros genes son comunes en las dos especies. El 1% es lo que nos hace humanos. O por ejemplo, Louis Pasteur descubrió las bacterias. Fue a partir de la 2ª Guerra Mundial cuando todo se pone aún más feo. El mundo se dividió (y sigue dividido) en dos bloques: capitalista (EUA y sus aliados), y comunista (Rusia & Co.). Se inició una carrera armamentística donde se inventaron la bomba atómica y las armas biológicas.

Hemos llegado a un punto, en que podemos destruirnos a nosotros mismos ya sea con armas de destrucción masiva o simplemente con la destrucción progresiva del ecosistema de nuestro planeta.

El mundo es cada vez más global ya que hoy en día casi todos los humanos compartimos el mismo sistema geopolítico (todo el planeta está dividido en estados reconocidos internacionalmente), el mismo sistema económico (las fuerzas capitalistas modelan incluso los rincones más remotos del planeta), el mismo sistema legal (los derechos humanos y la ley internacional) y el sistema científico.

Hoy por hoy, el mundo es controlado por grandes empresas que poseen de manera monopolista el mercado global. Estas se basan en la exportación de sus capitales y por tanto necesitan prolongar indefinidamente el Tercer Mundo porque les resulta rentable.

Esta élite que gobierna países y gobiernos son una lacra para todos los que no hemos nacido ricos. Están forjando un imperio global donde todos los rincones del planeta se doblan a los intereses económicos capitalistas a fin de que el mercado sea fluido y único.

La guerra de Irak fue una guerra programada antes de empezar, iniciada para controlar las reservas de petróleo más ricas del mundo, para probar nuevos armamentos y para conseguir como objetivo demostrar a cualquier líder, nación, comunidad o pueblo, que insista rechazar la colaboración con los intereses de EUA, quién manda.

Pero cuando decimos "intereses de EUA" no nos referimos a los intereses de los ciudadanos del país, sino a los intereses de las corporaciones multinacionales más extensivas, a menudo dominadas por el capital de EUA y, cuando es necesario defendidas por las fuerzas armadas de EUA (como pasó en Irak).

Por lo tanto su objetivo es deslocalizar al mundo entero. Su estrategia e ideología es llegar a un control mundial que generará una fuente de beneficios inagotable.

La globalización , el posmodernismo, la revolución de las comunicaciones y el liberalismo económico nos han hecho esclavos del consumismo.

Un mundo donde los fabricantes diseñan deliberadamente productos de corta duración e inventan nuevos e innecesarios modelos de productos perfectamente satisfactorios que hemos de comprar con el fin de "estar a la moda". Comprar se ha convertido en uno de los pasatiempos favoritos de la gente.

Y los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una vez que la gente se acostumbra a un nuevo lujo, lo da por sentado.

No salimos a la calle sin nuestro móvil. Nos damos la vuelta si lo hemos olvidado. Y sino nos envían un wattsapp, hemos de contestar de inmediato, no como antes, cuando recibíamos una carta y teníamos tiempo para pensar bien que decir.

Pensábamos que ahorraríamos tiempo; en cambio aceleramos el tráfico de la vida hasta 10 veces más su anterior velocidad, haciendo que nuestros días sean mas ansiosos y agitados.

Tenemos hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla, sin vino que sea realmente bueno, y unas vacaciones caras en el extranjero. 

-¿Y qué se supone que debemos hacer? ¿Volver a excavar raíces?
-No, redoblar esfuerzos y seguir trabajando como esclavos, y por supuesto seguir adquiriendo productos porque de lo contrario industria y accionistas se arruinarían.
-Nos hemos metido en un follón.
-Sí, y por eso estamos inaugurando una nueva era en la humanidad: estamos accediendo a la conciencia colectiva.
-Claro, es que la humanidad actual, aunque haya llegado a un nivel de reflexión, me parece todavía muy joven. La mayor dificultad reside en que hay mucha población que solo posee una información muy reducida del mundo.
-Hemos de abandonar la idea de crecimiento económico como panacea a nuestros males. Hemos de desarrollarnos de manera sustentable con nuestro planeta. Espero que el próximo milenio lleguemos todos a esa clase de moral y civilización.
-¿Vamos al futuro?
-Otro día, Vega. Ahora quiero volver al presente, quedarme donde me corresponde estar: en mi sociedad, que se debate entre el umbral del infierno o del paraíso. Donde todo es posible todavía, y dónde se están formando dos ejércitos invisibles. Los unos y los otros se están posicionando. Como dijo Dante, "en época de crisis moral, no hay lugar para la neutralidad". Todos tenemos un mensaje que dar, un papel que desempeñar. Somos libres de decidir, que es lo que nos conviene, y lo que no.

Y volviendo a nuestro agujero de gusano volvimos a finales de 2014, al mismo instante donde nos encontrábamos: haciendo las rigurosas compras de navidad en el Corte Inglés.




Hay personas que tienen dinero y personas ricas. 
(Coco Chanel).

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